Pero lo mejor de todo es cuando te pones una meta; un propósito. Entonces, al ver que todo lo que has ido imaginando y pensando durante días (quizás meses) para lograr dicha meta y, a la vez, todo tiene su relación y su lógica, es cuando las cosas fluyen de manera progresiva. Cada palabra me inspira más confianza que la anterior, al igual que las frases y los párrafos, y así hasta la última palabra, que es, efectivamente, la palabra fin.
Otro aspecto a destacar es la variedad de temática. Hace unos tres o cuatro meses, quizás cinco, empecé a valorar ese gran detalle que, desde el principio, lo consideraba diminuto. La temática, muchas veces, marca el aprecio de la lectura. Es cierto que es muy relativo que un tema guste o no, pero podemos poner el ejemplo de cualquier escritor, tanto si es un novelista como un filósofo. Si estas personas se basan siempre en la misma temática a base de sinónimos y otros recursos sintácticos, al final, ese autor deja de gustar. En un pasado pasé por esa fase. Puede que en un futuro la vuelva a pasar, o no…
La diversidad y la originalidad son factores importantes, pero… ¿qué es lo más? Básicamente que el que escriba disfrute y fluya a la hora de hacer aquello que se le pasa por la cabeza, independientemente de si lo que hace le va a gustar al resto o no. ¿Qué más dan algunas opiniones externas si no son nada críticas y objetivas? Lo mejor que le pueden decir a un escritor es lo que debe mejorar para hacer óptima su obra y, en caso de que sea lo más, cosa que siempre será lo más difícil, que siga buscando cosas mucho mejores y originales.
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…por más que parezca imposible, dejará de serlo cuando se deje de pensar que lo parece… ¿Absurdo? Joder, pues probadlo…
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